Angelina Merino de Fundación Incluir: “La inclusión no es llegar y llevar”

Fundadora y directora ejecutiva de la Fundación Incluir, de profesión terapeuta ocupacional, cuenta que aún no alcanzan el punto de equilibrio que tenían antes de la pandemia. Hoy deben hacer rifas y bingos para continuar capacitando a personas con discapacidad intelectual y lograr la meta de inclusión laboral que se han propuesto.

Por María Teresa Villafrade

Un gran orgullo embarga a Angelina Merino al hablar de los 120 jóvenes que han pasado por la Fundación Incluir desde que ella tuvo la idea de crearla en 2005. De ellos, entre un 25 a un 30 por ciento se han insertado laboralmente.

“Desde que me recibí como terapeuta ocupacional de la Universidad de Chile, siempre trabajé en el área de personas con discapacidad intelectual, con la idea de entregarles formación laboral”, cuenta.

Trabajó por 11 años en Talleres de Adaptación y Desarrollo (TAD), una entidad ligada al tema, razón que la motivó a utilizar toda su experiencia y lo que había aprendido para crear la Fundación Incluir.

“Convoqué a un grupo de profesionales para acompañarme. Son preparadores laborales, facilitadoras, técnicos, terapeutas y administrativos. En estos momentos tenemos a 41 jóvenes mayores de 18 años que se están preparando para su ingreso al mundo laboral”.

La meta principal es que ellos puedan contar con un trabajo, ser autónomos e independientes, que generen sus propios ingresos e incluso puedan apoyar a sus familias. Tal como pudimos verlos trabajar con mucho profesionalismo durante el seminario Del Dicho al Derecho realizado en el Centro Cultural La Moneda, donde estuvieron a cargo del coffe break.

“La mayoría de nuestros alumnos son becados, son muy pocas las familias que pueden contribuir con una mensualidad para su formación”, acota.

¿Cómo ha sido ese camino desde la promulgación de Ley de Inclusión Laboral en 2019?

-Las personas con discapacidad intelectual necesitan un acompañamiento y un programa especial para la inclusión que se llama Empleo con Apoyo y siempre ha sido súper individualizado. Cada uno es un mundo que hay que acompañar. Desde que empezamos a incluirlos en 2005 en diferentes lugares de trabajo, dependía mucho de que la empresa se abriera y tuviera esa motivación en su ADN. Ahora es obligación y tienen que estar más abiertas. Debe existir un gestor de inclusión en cada empresa. No ha sido un boom, todo es bastante selectivo, no es llegar y llevar.

No sabe cómo ha sido el camino en cuanto a la discapacidad física, pero que en el caso de la intelectual “siempre es selectivo y muy acompañado”. Gracias a la ley se han abierto puertas, pero todavía falta mucho por avanzar en Chile. “La inclusión debería ser algo normal, natural, pero todavía no es así”.

Angelina Merino, directora de Fundación Incluir

PRIMEROS ACERCAMIENTOS

Sobre el porqué de su motivación por ayudar a potenciar las habilidades sociales y laborales de las personas con este tipo de discapacidad, responde:

“Siempre me lo han preguntado. Directamente no tengo a una persona con discapacidad intelectual en mi familia. Pero sí tuve experiencias cuando estaba chica en el colegio de las Monjas Francesas. Íbamos a visitar hospitales los días sábado y eso me marcó. También cuando tenía diez años, llegó a vivir a mi casa un primo lejano con discapacidad intelectual porque había muerto su padre. Lo acogimos por un año, yo lo adoraba, me encantaba enseñarle, era muy amoroso”.

Tras esos primeros acercamientos que dejaron huella, ella decidió estudiar la carrera de Terapeuta Ocupacional.

A su Fundación llegan jóvenes, hombres y mujeres, que tienen desde deficiencia intelectual severa hasta no tan severa.

“No hacemos exigencias de ningún tipo, no discriminamos ni por edad ni por capacidad. Lo que sí tienen que ser independientes en actividades de la vida diaria, no tener conductas disruptivas que impidan la sana convivencia y que puedan trabajar en grupo. Esos son los requisitos además de ser mayores de 18 años”, explica.

LA PIEDRA DE TOPE

El acceso a la educación es uno de los grandes escollos que enfrentan las personas con discapacidad intelectual. La piedra de tope principal que dificulta el camino al mundo laboral.

“De ahí parte todo. La gran mayoría de mis alumnos no tuvo integración escolar, solo el 50% sabe leer y escribir, que sepan las cuatro operaciones matemáticas es menos del 50%. Es muy importante la inclusión educativa siempre que existan profesores capacitados para ello. No sacamos nada con que los pasen de curso automáticamente y chao”.

Requieren de una educación más personalizada. “Hay colegios que lo hacen muy bien y otros no tanto” reconoce.

Respecto a los trabajos que mayormente acceden los egresados de la fundación, éstos son en áreas de servicio, como restoranes, cafeterías, supermercados, ayudantes de oficina, junior interno, recepcionista y asistente.

LA PANDEMIA

¿Qué tanto les afectó la pandemia?

-¡Muchísimo! Todavía no logramos llegar al punto de equilibrio de antes de la pandemia, tenemos pérdidas de muchos millones, no logramos nivelarnos pero estamos flotando. Soy agradecida de haber podido conservar al equipo, de no haber echado a nadie ni disminuir los sueldos.

El 10 de mayo hicieron la Rifa x la Inclusión en que sortearon un auto, “que no es regalado, lo tenemos que comprar y pagar”, aclara. En agosto, harán un bingo.

Todo con tal de alcanzar su sueño: “Que algún día nuestra sociedad sea tan inclusiva que ya no se hable de inclusión”, finaliza.

ENTREVISTA ORIGINAL ACÁ